sábado, 28 de abril de 2012

Hablando claro



-Y el otro día, no sabés lo que me pasó…Tuve que ir por aquello que te dije.
-¿Lo qué?
-Aquello que estaba haciendo. Llego ahí, a un lugar...
-¿Y?
-Nada, y vino uno.
-¿Solo?
-No, no. Venía con otro. Y me dice: “que esto que lo otro”, “que patatín que patatán”... Y yo le digo: “¿que patatín que patatán, qué?”
-Sí, no te ibas a quedar callado.
-No, más bien. Y le digo, le contesto, que no podía ser, que lo que él decía, nada que ver... Y viste cómo es.
-Sí, más bien.
-Y me dice que aquella no sé qué y que bla bla bla.
-¡Pah!
-Seguro, ahí no se podía más.
-¿Y el tipo?
-Y el tipo dele y dele, no aflojaba. Y le digo “¿Cuál es?”. “Cuál es ¿qué?”, me dice.
-¿Y achicaste?
-No, y ahí le dije que se acordara, “que acordate lo que vos dijiste los otros días”. Porque yo había traído una cosa ahí, y el loco nada, violín en bolsa.
-Mhu.
-Y empezó el otro, “que pin que pan” “qué cómo puede ser”. Entonces empiezo otra vez, con el otro ahora, y le digo “que esto y que aquello”, “que vos quién sos”, “yo soy el otro” me dice.
-Te chantó.
-No, pará. “¿El otro, qué?”, le digo. “Yo vine acá, a un lado, a hablar con uno”. “¿A hablar de qué?”, me dice. “De una cosa”, le digo.
-¡Ah, macho!
-Sí, Yo qué sé.
-Ta bien.
-Sí.
-Sí.
-Le cantaste la justa. Con precisión.
-Y sí, a mí me gustan las cosas claras.

No hay comentarios: